Los elementos constructivos sometidos a la progresiva acción destructiva de la intemperie, la radiación solar, la lluvia, el viento, el frío, el calor, y a los movimientos tanto del terreno como del propio edificio, acaban deteriorándose, produciéndose en ellos poros, fisuras, grietas y otras patologías que pueden dejar vía libre al agua en sus diversas formas de vapor, líquido e incluso hielo, afectando a las cubiertas e incluso a las propias estructuras de los edificios.
Los sistemas de impermeabilización protegen las superficies expuestas al agua y a las condiciones meteorológicas para impedir el deterioro de las estructuras constructivas y evitar desperfectos en su interior.
Además de esta función principal, algunos sistemas son resistentes al tráfico rodado y a la circulación peatonal, por lo que se utilizan en obras de impermeabilización transitable, como terrazas-parking, patios de recreo, terrazas de ocio, etc.
Los sistemas de impermeabilización que utilizamos a diferencia de los clásicos sistemas de impermeabilización mediante láminas de caucho, de plásticos o de láminas bituminosas, son de fácil aplicación, la instalación no requiere permisos de obras, y no producen residuos ni sobrecargas en el edificio. Se adaptan siempre al 100% de la superficie, sin juntas ni solapes, incluso en los puntos singulares, discontinuidades, codos, etc., ofreciendo al usuario:
- Versatilidad de aplicación
- Rapidez de secado
- Facilidad de aplicación en puntos singulares
- Conservación del color
- Duración del acabado
- Utilización en cualquier época del año
- Resistencia a la intemperie y a los UV
- Aislamiento térmico
- Estética y señalización |